A pesar de tener una buena salud y hacer un nivel razonable de ejercicio, algunas personas tienen un cuerpo desproporcionado. Esto es muchas veces consecuencia de depósitos grasos localizados. Estos depósitos y la falta de armonía que generan, suelen ser debidos a características personales, más que a la falta de control de peso o ejercicio.

Inclusive en ocasiones, al intentar reducir el volumen de áreas concretas del cuerpo -abdomen, los muslos, las nalgas- con una dieta o ejercicio continuado, lo que se obtiene en realidad es un adelgazamiento de zonas que no deseamos (por ejemplo, musculatura). Consecuencia de esto, se mantiene la falta de armonía a pesar del tiempo y el esfuerzo dedicados.

La lipodistrofia es la acumulación de grasa en un lugar determinado del cuerpo que desarmoniza la figura.

Se trata de una alteración bastante habitual producida principalmente por causas hereditarias u hormonales. Estas localizaciones, que pueden variar en función del sexo, se dan con mayor frecuencia en el abdomen, en nalgas y caderas, muslos, rodillas e incluso bajo el mentón.

La liposucción no es un tratamiento para la obesidad o el sobrepeso, no es un sustituto del ejercicio regular y la buena alimentación. Tampoco es un tratamiento efectivo para la celulitis. Es una técnica que permite adelgazar, pero que busca principalmente remodelar áreas específicas del cuerpo mediante la eliminación de los mencionados depósitos de grasa, mejorando la proporcionalidad e imagen del cuerpo.

Es una técnica de creciente popularidad gracias a su efectividad, ya que la grasa extraída no vuelve a aparecer. Las células grasas dejan de reproducirse al acabar la pubertad. Por lo tanto, siempre que la liposucción se realice a partir de los dieciséis años aproximadamente, la lipodistrofia no reaparecerá. El primer paso en la liposucción es el marcaje prequirúrgico: se dibuja con un rotulador las zonas a tratar junto con el paciente.

A partir de allí, ya en quirófano, se infiltran las zonas de lipodistrofia con una solución que contiene adrenalina para así mantener en mínimo el sangrado que se puede producir durante la liposucción. Luego, se procede a la liposucción secuencial de cada zona a tratar hasta encontrar la simetría deseada.

Finalmente se cierran las incisiones con puntos simples. La duración de la cirugía varía en función de la cantidad de grasa a extraer y del número de zonas a intervenir. Una vez finalizada la liposucción, el paciente deberá llevar una faja de compresión elástica durante un mes que le ayudará a reacomodar la piel sobre el nuevo volumen.

Además de la hinchazón y los hematomas propios de la intervención, la liposucción deja unas diminutas cicatrices apenas perceptibles, ya que las cánulas por las que se aspira la grasa son muy finas.
 
Es importante tener en cuenta que como todo procedimiento quirúrgico, existe un grado de riesgo que debe ser considerado. Puede generarse hematomas, sangrado, hinchazón y ciertas complicaciones normales de la práctica de la cirugía plástica. Por ello me gusta aclarar, que la información aquí contenida es de carácter orientativo. Cada paciente es único y en la consulta deberán evaluarse todas las posibilidades que acarrea la intervención.